(AL DR. RENÉ FAVALORO)
Jacinto Arauz, desmesura de cielo, lugar donde La Pampa se fue hundiendo con su carga de salitre y monte, mas allá del nivel del mar, en profundas depresiones poco conocidas, ni siquiera imaginadas. Allí, ocultos lloraderos, vierten hilitos de agua cristalina que zigzaguean hacia el corazón de la hondonada; los antiguos lo llamaban Traigen cò, (agua que corre cantando).En estos parajes casi mágicos solía caminar en solitario el Doctor Favaloro cuando estuvo ejerciendo en Jacinto Arauz, allí nutría su alma generosa entre el susurro del agua, las flores silvestres, y el canto hechizado de los pájaros; cuando los avatares de la vida lo llevaron a la trágica decisión de apagar su propia luz, dejó escrito pidiendo que sus cenizas fueran esparcidas en el lugar, quizás ya sean salitre, lejura o renazcan cada primavera en la flor humilde de los chañarales.
Allí, en las hondonadas donde mora el espino
y se abre en la greda un capullo de sal
baja el aguita fresca cantando entre las grietas
llevando a la deriva florcitas de chañar
Allí, donde el silencio se trepa en la comarca
sin perturbar un palmo del místico mantón
la virgen de la tierra incita a las calandrias
que canten una endecha virtual en Traigen cò
Quizás cuando la noche se inspira en un presagio
sobre la retorcida urdimbre de un raigòn
repose Favaloro escuchando los salmos
que canta en su memoria, el agua, en Traige cò
Porque en esa quietudes donde ni el viento pasa
ha de rondar el alma dolida del Doctor
salitre agua y ceniza destilan en su magia
un vino de nostalgias entre amargo y dulzón
El páramo estremece su ríspida estatura
retiemblan las espinas ariscas del cardón
se escucha como un grito apagado en el barranco
y un llanto que escapa del chañar en flor