Yo te perdí en una esquina
del barrio que nunca olvido
en el potrero querido
en el patio, en la cocina
en el árbol, en la espina
en la pelota de goma
en el arroyo, en la loma
en el oyo, en la bolita
en el arco de la canchita
donde el gol no se perdona
II
Yo te perdí en un juguete
en algún pájaro herido
en el calor de aquel nido
en la cruz de un barrilete
en el ruido de un cohete
te perdí en la bicicleta
en el indio, en la escopeta
en el rango, en la rayuela
en el pizarrón de la escuela
en la primera maestra
III
Yo te perdí en el balero
en la vieja calesita
en la hamaca de la placita
en el carro del lechero
en la ronda de un recreo
en la calle, en la escondida
en la fogata encendida
de San Pedro y de San Pablo
en la sonrisa de “diablo”
de esa niñez bendecida
IV
Yo te perdí en la ternura
en la luz de la inocencia
en la clara transparencia
en la canción más pura
en la sonrisa segura
en los juegos de jugar
en los sueños de soñar
te perdí en la distancia
que lejos estás infancia
¡ay! si pudiera regresar
(A mi infancia Tresarroyense)